El papel picado es más que una simple decoración en las festividades mexicanas, es un símbolo de identidad cultural que llena de color y vida los altares de Día de Muertos. Este arte sigue vigente gracias al talento de artesanos como Sergio Martínez, un maestro del papel que ha llevado esta tradición a todo el mundo.
Papel picado: más que una decoración
Este elemento se ha convertido en un esencial en las celebraciones mexicanas, especialmente en Día de Muertos. Con sus delicados cortes, los diseños suelen representar figuras como catrinas, charros y borrachitos, todos ellos evocando la obra de José Guadalupe Posada, una leyenda del arte mexicano. Cada hoja de papel cuenta una historia, y su elaboración sigue siendo un proceso artesanal que refleja la creatividad y paciencia de quienes lo producen.

Sergio Martínez: el maestro detrás de las hojas voladoras
Sergio Martínez, originario de Metepec, Estado de México, ha dedicado su vida a perfeccionar este arte. Con su habilidad en el manejo del cincel y la tijera, ha creado piezas únicas que han traspasado fronteras. “El diseño depende de lo que pida el cliente, pero en esta temporada, lo más solicitado son las figuras tradicionales de Día de Muertos”, comentó.
Su trabajo, lleno de detalles y precisión, le ha permitido exponer sus creaciones en lugares tan lejanos como la Ciudad Prohibida en China, Suiza, Francia y España. Sin embargo, el reto más grande que ha enfrentado fue montar una ofrenda en el Royal Ontario Museum, en Canadá, representando a México como único artesano residente.
La importancia de mantener el trabajo artesanal
En tiempos donde la tecnología avanza a pasos agigantados, Sergio subraya la relevancia de seguir apoyando a los artesanos. “Las máquinas láser pueden producir en masa, pero no se comparan con la dedicación y belleza de lo hecho a mano”, afirma. Cada pieza artesanal es única, y el proceso creativo detrás del papel picado refleja la riqueza cultural de México.
El trabajo de Sergio no solo se valora en México, sino que ha ganado reconocimiento internacional. Países como Canadá, Brasil y España han apreciado la maestría detrás de estas coloridas obras, lo que posiciona al papel picado como un arte con calidad de exportación. Esta técnica, que ha sobrevivido al paso del tiempo, sigue siendo un emblema de la mexicanidad y un recordatorio del ingenio de sus creadores.
